martes, 24 de agosto de 2010

mi canción

I feel that a love all
and I want to keep this feeling
forever


I say you
thank you nature
I hope you are good
like I like a child




Please mind make me free
Please mind make me free free free
I don´t give you my soul
Please don´t force me to kneel down in front you
I´m going beyond you
I´m going beyond you




I feel
that I love all
and I want to keep this feeling
forever

I say you
thank you nature
I hope you are good
like I like a child
I hope you are good
like I like a child
like I like a child

domingo, 22 de agosto de 2010

y vuelta

Me vuelvo remordiéndome los labios, uno sobre otro, otro sobre uno. Me vuelvo con los ojos achinados y lagrimosos de amor, con el corazón de luz y de sangre. Luz por tu existencia y sangre porque todavía no te besé. Sí, qué mierda. Pero qué belleza. Me vuelvo temblando, rebalsando de pasión y de impotencia. Pero el amor es más fuerte, siempre el amor es más fuerte. Y quiero creer que ese todavía del “todavía no te besé” tenga sentido y que ese beso no sea un deseo nada más, no, que no sea un deseo para siempre y se termine muriendo porque se pudrió. Que lo sea hoy, bueno, ya estoy hablando como una idiotísima enamorada. Se me fue el rojo a la mierda porque no te besé. Pero el saco rojo lo sigo teniendo puesto. La próxima que te veo te beso, sí, y si no lo hago, UF.


Te entrego mi cuerpo para que lo soples o le hagas lo que quieras. Te lo dejo ahí tirado en la alfombra para que me lo llenes de tu aliento. O para que te metas en él, como quieras y cuanto quieras. Sí, ¿te reís de mí? ¿te parezco desubicada u obscena? Entonces te lo explico mejor. Sí, que metas tu pene en mi vagina. Pero no que me cojas, eso no me gustaría. Haceme el amor y yo te lo hago también. Sientamos ese universo y mientras mirémonos a los ojos, bien fijo y con dulzura. Love u. baby.
Asustame con un beso
Asustame con un beso
Que los ojos se me van para arriba, como a Cristo o a los drogados pero también a los enamorados
Que los ojos se me van para arriba
Antes que desaparezcan
Asustame con un beso.

Ida

Siempre estoy bailando por distintos estados. Ahora me pintó el rojo por momentos y por momentos la niña interna, que es rojo también.
Rojo, tan enérgico que ni puedo pintarme las uñas. Tan descontrolado y torpe que a veces me tomo un té de tilo para parar un poco de correr correr correr corría corría correré y poder caminar un poco. Es una expresión furiosa que no para no para. Un fuego en el corazón y sí, el esmalte se me sale a los dedos, es difícil combinar energía y presición. Pero como el enérgico es tenaz lo termina logrando. Y sí, se pinta las uñas y le sale la vida por los poros, sal, arena, cal y sangre. Se le salen por los poros. Rojo, quiere bailar. No tiene miedos, ¡no le alcanza el tiempo para los miedos! Y si los percibe no puede detenerse a hacerles caso, rojo no se detiene, rojo, amado rojo, impulso puro y duro.
Es justo lo que necesitaba, ni más ni menos, antes que zapatitos azules que remerita azul que camisita celeste que vinchita que saquito, que cortinas. ¡No! Ahora todo es rojo. Bueno, las zapatillitas no, pero tampoco me voy a dogmatizar. ¡Oh Rojo! ¡Me arrodillo ante vos! No, no, no. El rojo es verdad cruda. Sí, cruda, sin cocinar, sin disfrazar. Rojo es dirección, verdad, presencia, pasión, confianza. Rojo es más corazón que mente, ¡exacto! y mira hacia adelante.
Y decía, que con rojo me encontré con mi niña interna, porque rojo no se queda quieto. Rojo actúa, rojo ve y hace. Ve y hace.
Y si ahora no sé bien qué hacer… ¿qué drama? Rojo no es de hacer chicles con las cosas, o dejarles sus colas largas, no, nada de colas largas que anden impidiendo abrir o cerrar puertas. Pobres ratoncitos, lamento por ellos mi radicalismo, pero o se les corta la cola, o bien se los guarda en la cueva con la cola bien enroscada. El radicalismo, propiamente rojo.

sábado, 21 de agosto de 2010

SENTIMENTALMENTE DESNUTRIDO

Ay, mi amigo Horacio. Mi pobre amigo Horacio. La verdad es que me apeno por él. Lo peor es que soy incapaz de ayudarlo.

Horacio siente mucha sed de conocimiento. Se siente ignorante. Se siente absolutamente incomprendido porque se siente absolutamente fuera de todo. Y eso lo hace sentir sólo. Pobre Horacio, es tan absoluto.
Está siempre limitado adentro de él mismo, su conciencia lo limita, porque él limita su conciencia a cosas sin importancia, vulgaridades mentales, vaguedades. Y, ay, pobre Horacio, se ciega.
Él quiere tener el corazón abierto, yo lo veo. No lo tiene abierto porque le falta sentir amor, por él y por lo que lo rodea.
Para él todo tiene una forma demasiado impersonal, no tiene el coraje, desde sus ojos nada tiene significado. Y entonces nada lo contiene.
Día a día vive en un mundo vacío, se le nota en los ojos, siempre dilucidando una proyección de su mente. Su mundo es un mundo sin nada que reflejarle, sin nada que enseñarle.
Pasan los días y no le ve la función a las cosas. Yo no sé muy bien a qué se deberá, pero todo le es indiferente.
Pero él me dice, sin muchas esperanzas, que tiene sed de ampliarse, -algo rugoso en la garganta, le falta saliva, le falta movimiento, le falta vida-, un deseo en el pecho, de estar abierto al mundo, de ser quien es sin miedos ni limitaciones. Quiere poder percibir las expresiones de las cosas, de los objetos, de las personas. Recibir sus distintas energías, y dejarse nutrir por ellas. ¡Pero! Éste Horacio, eso que está empecinado hace años con esto, pero entró en una estructura poderosa que está vacía de magia, vacía de presencia. Y ahí está, pero no está, en el vacío absoluto. Obnubilado en un mundo inexistente, lejos de todo, sin entregarse a nada, para mi gusto demasiado reservado, si se me da el permiso de opinar. Sin confiar en nada, ni siquiera en los objetos, que él sabe en su esencia que están llenos de magia, de vida, de presencia.
Él quiere sentirse todo el tiempo así, receptivo, comprensivo, dueño de su vida y unido a todo.
Y siente una potencia adentro suyo, que quiere sacar, que quiere usar, que quiere aprovechar, que quiere conocer y experimentar. Yo me pregunto por qué no la usa, ¿la va a dejar morir ahí adentro? Y así se le pasa la vida… intentando.

Es por todo esto que a veces, cuando se siente un poco mejor, le viene esa intensa sed de conocimiento, un ataque, un deseo insaciable. A veces se le ocurre que al día siguiente se va a internar a leer libros, para aprender qué son los átomos o cómo está compuesto el mundo en que vive, para saber dónde está, leer sobre historia o sobre sociedad y estado, sobre semiótica o comunicación social o biología.
Sin embargo nunca termina haciéndolo, porque él sabe muy bien que nada de eso es lo que necesita. Horacio sabe que tiene muchos conocimientos dentro suyo, mucho más allá de su traje de oficina, que sólo le falta aprender a abrirse, a recibir toda la vida que tiene adentro y a su alrededor, todas las energías. “…eso es lo que me falta, que no tiene absolutamente nada que ver con leer libros y explicaciones teóricas de la vida”… me dice Horacio. Y claro, es entendible, él la quiere vivir, no leerla aburrido y resignado.


Horacio es un tipo que se quiere nutrir de las energías reales y establecer alguna reciprocidad constante con ellas. Está como en un estilo de búsqueda espiritual, sí, eso, son puras sus intenciones, sí. Pero el pobre no sabe cómo hacer, cayó en un pozo angosto y sin escaleras. Y ¿cómo salir de ahí? Qué desesperante. Lo lamento mucho por él. Mañana le llevo un ramo de flores con un cartelito que diga “no lo debería pensar tanto”.

jueves, 19 de agosto de 2010

MEJOR AGUA QUE PIEDRA

Qué frío que hace en esta habitación. Están todas las ventanas abiertas. Pero no quiero cerrarlas. No, no quiero cerrarlas. Abrirlas cerrarlas entornarlas cerrarlas abrirlas. Abrirlas.
La conexión va y viene. Voy vengo voy vengo. Mejor voy, sí. Mejor voy.
Voy porque sino me quedo y ni siquiera vengo.
Me quedo acá, en este vaho, nisiquiera hay moscas, mosquitos. Mejor voy, sí. Porque sino mi energía se estanca, mi cuerpo se asienta, mi corazón se cristaliza. Sí, mejor voy. Porque sino me acomodo en la negritud, sí, mejor animarme a ir y conocer los colores de una buena vez. Sí, mejor voy. Sí. Porque sino me quedo acá martillando esta madera que es mi cabeza, mejor voy y despierto esta serpiente que es mi columna vertebral.

EL HOYO

Hay un lugar muy bello, una sensación innombrable. Ahí todo lo que se ve cambia de forma. De repente lo que se siente cambia de forma. Es un instante donde lo único que vibra es un estado de trascendencia. Es un instante donde la mente está completamente en paz y el corazón abarca todo el espacio. Y es tan instantáneo y tan perfecto y tan bello que se convierte en una meta llena de significado. Tal vez la palabra sea inspiración, la energía se siente constantemente e intensamente en el cuerpo. Se siente el coraje, el interior desafiante. La inmersión verdadera en cada cosa que me rodea y en mí misma. Es fabuloso. Parecería que sentir tanta belleza es la cúspide de la montaña. Parece increíble pero no alcanza, hay más ansiedad.
Aparece un sentimiento paralelo de deseo, que quiere poseer ese sentimiento, esa forma de permanecer de estar, apoderárselo y hacerlo eterno.
Que a su vez es ambicioso, y quiere materializar ese sentimiento de alguna manera, no se conforma con vivirlo y dejarlo ir. Y encuentra una forma de materializarlo, lo hace música. Este lado está hambriento, es un devorador insaciable por naturaleza, un fumador compulsivo. Siente demasiado y quiere hacer algo con eso, pero no sabe qué. Le gustaría compartirlo entre amigos en algún lugar acogedor y amistoso. Desearía ser una máquina de materialización de emociones.
Son tan inmensas que se rebalsan de adentro.

Son extremos inabarcables, teme que lo vean sentir tanto todo, su relación con las formas y las cosas lo excitan (sólo falta que le caiga la baba de tanta alucinación). Y si lo viesen así…¿qué pensarían de él? Esa pregunta lo trastorna, si se deja ser es un frenesí, y en lugar de entregarse a esa locura que es la verdad y a esa verdad que es locura, se comprime.


Lo curioso es que para otros ojos seguramente esto no sería locura. Pero él, que se contuvo siempre, que es tan prevenido, que a lo largo de toda su vida casi nunca se despreocupó de su imagen, claro, así sí el frenesí parece locura. Pero simplemente es un matiz entre todos los matices de la diversidad de la vida.